Robert Thomas
Thomas es profesor Waldorf y miembro del «Haager Kreis/ Hague Circle»
Desde René Descartes hasta Maurice Merlau-Ponty, la cuestión de la diferencia entre el cuerpo y el Leib ha sido ampliamente explorada filosóficamente. «Uno tiene un cuerpo mientras es cuerpo». Lo que la antropología antroposófica puede aportar es una ampliación de la comprensión de la corporeidad; los miembros esenciales del ser humano como envolturas constitutivas de la individualidad son partes de nuestro organismo y destino. Están inscritas en leyes superiores y forman un todo que llamamos individualidad humana.
La vida de la Tierra como planeta de un sistema cómico es un proceso muy complejo y se expresa en diferentes ámbitos. Las ciencias naturales exploran las conexiones entre el todo y sus partes para comprender cómo el todo forma una unidad a pesar de la diversidad y la autonomía (el batir de las alas de la mariposa y la tormenta). Esta totalidad es única en el cosmos tal y como lo conocemos.
En la época del Antropoceno, la interacción entre la tierra y el hombre se ha convertido en algo diferente, más cercano; el hombre no sólo es responsable de su propia existencia, sino también de la dignidad de la tierra, de la naturaleza. Los resultados de los innumerables desequilibrios están documentados científicamente y son accesibles en general; esto permite que cada individuo asuma su responsabilidad.
La gran singularidad de la Tierra en el cosmos y la potencialidad ética de la individualidad humana constituyen el mayor reto del mundo cultural, social y científico actual. La Tierra y los seres humanos son vulnerables, están estrechamente interconectados y necesitan protección. El espíritu de la tierra y el espíritu del ser humano se enfrentan hoy sin tapujos.
En el contexto de esta evolución, la escuela de hoy debe replantearse su misión educativa; lo mismo ocurre con las escuelas Waldorf y Steiner de todo el mundo. Muy pronto, Rudolf Steiner llamó la atención sobre la tarea central de nuestro tiempo en las exposiciones publicadas bajo el título La educación del niño: se trata de desarrollar un método educativo capaz de nutrir al niño en crecimiento de forma holística, en medio de la sociedad y la naturaleza.
Debemos liberarnos de la maximización y optimización del rendimiento escolar (tendencia a la academización) y responder a la pregunta de forma práctica: ¿Qué tipo de escuela necesita el hombre en esta época de polarización y tensión? Está obsoleta la visión de que la economía, la ciencia y la sociedad deben formatear un tipo de ser humano para seguir conservando lo que ya existe.
Todas estas cuestiones tienen que ver con la encarnación del ego, es decir, con el cuerpo.
La llamada Generación Alfa (nacida después de 2010) va ahora a la escuela y se encuentra con condiciones previas diferentes a las de la Generación Z (nacida después de 2000).
La pregunta no debe hacerse: ¿Qué necesita saber y poder hacer una persona para el orden social que existe? ¿Qué es lo que está predispuesto en las personas y qué se puede despertar en ellas? Entonces será posible abastecer el orden social con fuerzas siempre nuevas de la generación emergente. Entonces eso vivirá siempre en este orden que hacen los seres humanos plenos que entran en él; pero no eso se hará de la generación creciente que quiere hacer la organización social existente.
(Fuente: Rudolf Steiner Essays 1915-1921)